martes, 29 de marzo de 2016

El ostracismo de Juan Iturbe

Aún recuerdo como si fuera ayer la madrugada en la que vi, por primera vez, a Juan Manuel Iturbe. Era el primer Sudamericano Sub 20 en el que ponía un interés serio, se disputaba en Perú y solo me hizo falta ver un ratito del partido que enfrentaba a Argentina y Uruguay para saber que ese menudo extremo tenía algo especial. Al final del partido anotó el gol de la victoria albiceleste, pero eso no fue lo que más me impresionó del entonces internacional argentino juvenil. Su velocidad, conducción y desborde eran implacables. Y su implicación en el juego ofensivo de Argentina, vital. Sorteando rivales como si fueran conos de un circuito de entrenamiento, participaba en todas las acciones adelantadas de su equipo. En definitiva, su torneo (3 goles) fue escandaloso, y eso que su selección no llegó a la final. Aquel chico tenía un estilo parecido al primer Messi.

Desde ese día decidí no perderle la pista al bonaerense y seguir sus pasos en el mundo del fútbol que, a buen seguro, iban a ser importantes. Y, pese a que lo han sido, lo cierto es que no ha terminado de cuajar en un equipo de cierto nivel. Tras el Sudamericano, fue el Porto (cómo no) el que le echó el lazo y lo llevó a Portugal, aunque en el conjunto luso sólo disputó siete partidos entre Liga y Copa en su primera temporada. Unos datos que no mejorarían en el resto de su estancia en Do Dragao. Dos cesiones a River Plate y Hellas Verona le permitieron volver a exhibir su mejor nivel, sobre todo en la segunda. En la Serie A se destapó con 8 goles y 5 asistencias, algo que le llevó a fichar por la Roma la siguiente temporada, dando un salto de calidad a un equipo de más entidad. En una temporada y media en el equipo romano sus cifras se quedaron en 5 goles y 5 asistencias y su participación, de más a menos. Así, entre el mal camino de su equipo y las constantes rotaciones de Rudi García, acabó marchándose cedido al Bournemouth el pasado enero.

El motivo de este texto, y tan extraño para el que escribe, son los datos numéricos en el club inglés. En tres meses sólo ha disputado 55 minutos en Premier y 133 en FA Cup. Unas cifras bastante pobres para un jugador de su talento en un equipo que está clasificado en la parte media-baja de la Premier. No llego a comprender el por qué de esa casi inexistente participación. Desconozco si es tema de entrenador y a Heddie Howe no le gusta o existen otros motivos internos. El caso es que el ahora internacional paraguayo -jugó en Cerro Porteño desde los 16 a los 18 años- tendrá que convencer a Spalletti para ganarse un sitio en Roma de cara a la 16/17. Aunque lo cierto es que en Dean Court no lo está teniendo nada fácil. La historia de otro jugador sobrado de argumentos con escasez de oportunidades y regularidad. Por el bien del fútbol, que la encuentre pronto. Queremos volver a verle en acción.


martes, 22 de marzo de 2016

El líder que no cae

Los jugadores del Leicester celebran un gol en un partido de la presente temporada.

Cuando un equipo es líder de su competición en la jornada 31, con cinco puntos sobre el segundo clasificado, es imposible que se trate de suerte o casualidad. La historia del fútbol está repleta de campeones imprevistos. Campeones sorprendentes que, sin hacer casi ruido, se plantan en una final de un torneo o en una situación privilegiada en el tramo final de una competición con todo merecimiento y mucho trabajo detrás. Y en la 15/16 ese equipo es el Leicester City. Pese a que pueda que no se proclame campeón de la Premier, porque todavía quedan siete partidos, y en las últimas jornadas tiemblan las piernas, la temporada del conjunto que dirige Claudio Ranieri es digna de todos los elogios que existan para aquel que hace las cosas de maravilla.


Los foxes, que estuvieron a punto de descender en la 14/15, han formado un bloque compacto muy difícil de derribar y con unas armas de excelente calibre y con un punto de mira muy fiable. Sin grandes nombres a comienzos de temporada, en la actualidad nadie puede despreciar o infravalorar nombres propios como los de Vardy, Mahrez, Kanté o Drinkwater. Jugadores semidesconocidos para el gran público futbolístico que han crecido al ritmo del equipo y se han convertido en la sensación del fútbol europeo. Pero no sólo ellos. También Schmeichel -hijo del mítico portero danés-, Fuchs, Simpson, Huth, Morgan, King, Inler, Albrighton, Gray, Okazaki, Schlupp o Ulloa. Todos ellos partícipes de esta gesta. Ya que podemos llamar gesta a ser el candidato número uno a ganar la Premier faltando siete jornadas.


Sin delanteros estrella en su plantilla y con un centro del campo más luchador que creador, es el segundo equipo más goleador del campeonato (54 goles), sólo por detrás del Tottenham (56), segundo clasificado y a la vez competidor directo de este Leicester. Tanto Vardy (19 goles) como Mahrez (16) llevan la manija en el ataque de los 'zorros', acompañados muy bien tanto por Ulloa (5) como por Okazaki (3). Con todo esto, ahora queda la parte más complicada, rematar la faena. Sólo siete jornadas. Pero siete jornadas muy intensas donde tendrán que enfrentarse a Chelsea, Everton o Manchester United. Siete jornadas para cumplir un sueño que pocos podían pensar. Muchos creían que este equipo se desinflaría con el paso de las jornadas. Se acabaría cayendo. Pero no cae. Porque este Leicester hace tiempo que dejó de ser revelación para convertirse en una realidad.


lunes, 14 de marzo de 2016

Un campeón prematuro


Resulta difícil escribir sobre un equipo que ha sido campeón de su competición doméstica un 13 de marzo, porque no sabes si ensalzar su mérito o resaltar el demérito de sus rivales. Pero sea como fuere, el París Saint-Germain se proclamó ayer triunfador de la Ligue 1 gala con una goleada en el estadio del colista, el Troyes, por 0-9. Sí, por 0-9. Si ganaba, era campeón y se lo tomaron muy en serio. Yo, como apasionado del fútbol, le daré el mérito que merece un equipo que, además de ser campeón dos meses antes del final de la competición, está en la final de la Copa de la Liga, en la semifinal de la Copa de Francia y en cuartos de final de la Champions. Pese a tener mucho dinero y muchos de los mejores jugadores del planeta, eso tiene mérito.

Laurent Blanc ha formado un EQUIPO potente y bien edificado, en el cual las lesiones o ausencias de jugadores importantes en determinados encuentros casi no se han notado. El joven Rabiot ha consagrado su progresión sustituyendo en momentos puntuales a Verratti con una determinación enorme y con un fútbol de muchos quilates en el centro del campo. Pastore, cuando las lesiones se lo han permitido, ha dejado muestras de su enorme calidad; Lucas Moura, de su inapelable velocidad; Di María le ha dado un plus de calidad ofensiva al plantel. No obstante, al final todos engrandecen la figura del gigante sueco que con 34 años ha metido la cifra de 27 goles en Ligue 1 y 35 en todas las competiciones. Zlatan Ibrahimovic ha salido campeón en la que, seguramente, será su última temporada en París. Sus palabras lo delatan: "Si sustituyen la Torre Eiffel por una estatua mía, prometo quedarme".

Sea mérito del campeón o demérito de sus competidores, lo que está claro es que esta bajada de nivel en el fútbol francés (sólo queda un equipo en competiciones europeas, precisamente el PSG) es preocupante. Equipos en plena reconstrucción, como el OM y el Lyon, y otros como el Monaco que no terminan de crear equipos competitivos que se mantengan en el tiempo. ¿Habrá rival para el título en la 16/17?


lunes, 7 de marzo de 2016

Fútbol tradicional en tiempos modernos

No hizo falta que pensara mucho ni le diera tres mil vueltas a la cabeza para saber como debía empezar este nuevo rincón, todavía básico y sobre plano, donde podré hablar de fútbol en general. Sólo de fútbol. Y tenía que arrancar con el fútbol más puro que se juega en estos tiempos modernos de tácticas, de scouting, de estudio, etc. La MLS (Major League Soccer). El país donde el fútbol no es el deporte rey, pero donde juegan muchos de los que siempre serán mitos de la pelota en Europa. Aquellos que no pueden contar los premios que tienen con los dedos de la mano y la competición en la que se enfrentan a talentos emergentes americanos y africanos. Una competición que volvió a disputarse anoche con una jornada de lo más atractiva.

2015 fue para mí el año del descubrimiento de esta liga tan sorprendente para el que está acostumbrado a los partidos de la Liga (española), de la Premier, o de cualquier torneo más común para el aficionado al fútbol. Fue su purismo lo que me enamoró. Los encuentros de la MLS recuerdan al fútbol más puro, al más irracional, al que se creó para ir a ganar al rival de la manera más directa. Lejos de tácticas defensivas, de manejos de la situaciones o de especular, los equipos americanos se lanzan a por el contrario sin miramiento alguno, mostrando al espectador un espectáculo en toda regla. Sin miedos. Esto fue lo que realmente me llamó la atención y consiguió que permaneciera delante de la televisión sin pestañear ante un New York City - Toronto FC que terminó 4-4, con dos goles de Villa y tres de Giovinco (ambos fallaron una pena máxima).

Aquel 12 de julio quedé prendado de un fútbol maravilloso e intenso que guarda la esencia más tradicional de este deporte, aquella en la que la valentía de intentar ganar los partidos era la virtud de los enfrentados. Anoche volvió. Y, como no podía ser de otro modo, lo hizo con un Chicago Fire 3-4 New York City, aunque esta vez no marcó Villa. También se disputó en la primera jornada el choque de la final de la temporada pasada entre Portland Timbers y Columbus Crew, que en ambas ocasiones se llevó el equipo de la madera. Otro día hablaré de uno de sus mejores jugadores, Darlington Nagbe. Sigamos disfrutando de este fútbol virgen hasta que algunos intenten transformarlo en lo que es hoy en día el europeo, el de élite.