sábado, 28 de mayo de 2016

Duelo de escuderos en Milán





Hace un rato que ha terminado la final de la Champions 2016 de Milán, y todavía se puede notar la humedad de las caras tristes de los hinchas del Atlético y la felicidad explosiva de los del Real Madrid. Una final que se decidió en los penaltis, y que dejó a Juanfran como villano cuando su lanzamiento se chocó contra el palo, y a Ronaldo como héroe al anotar el gol definitivo. Pero no voy a escribir ni de uno ni de otro. Ni siquiera del gol de Ramos o del partidazo de Oblak (sin contar la tanda de penaltis). Lo que más me llamó la atención del encuentro fue la portentosa actuación de los dos mediocentros defensivos. Hablamos de Casemiro y de Gabi.

La final, como final que es, se llenó de tensión. Es un partido donde nadie quiere exponerse y donde se antoja imprescindible que alguien sirva de stopper, de escudero, de equilibrio entre el ataque y la defensa. La figura del mediocentro por delante de la defensa cobra vital importancia en un choque de estas características y en Milán presenciamos una clase magistral de su funcionamiento. Tanto el del Real Madrid como el del Atlético brillaron por encima de todos sus compañeros y ofrecieron un trabajo brillante y un derroche fuera de lo común. Empezando por el rojiblanco, Gabi estuvo soberbio en la misión que le encomienda el 'Cholo', ofreciéndose en todo momento al compañero y soltando el balón rápido. Además de eso, el '14' atlético robó hasta siete balones, permitiendo que su equipo lanzara alguna que otra contra. Tremendo esfuerzo el realizado por el capitán del conjunto colchonero que se multiplicó para hacerse dueño del centro del campo. Sin embargo, su mérito se quedó sin recompensa. Más suerte tuvo el brasileño Casemiro. En su día quedó claro que el Madrid le necesitaba en los partidos importantes (algo que no quiso ver Benítez) y, claro está, Zidane le dio el testigo y el escudo de su equipo. No defraudó el ex del Porto que robó hasta ocho balones, algunos de ellos en zonas avanzadas (un factor determinante), y que ofreció, al igual que Gabi, un despliegue físico encomiable. Su rol libra de algunas tareas más oscuras a un Kroos y a un Modric que sufren cuando tienen que ir y volver todo el partido, y les dota de una libertad para fabricar juego que les hace incluso mejores jugadores.

Una final tan glamurosa como la de la Champions siempre tiene en su escaparate a los mejores jugadores de ambos equipos, a los estiletes o a los más desequilibrantes pero, en mi opinión, anoche brillaron otros. Gabi y Casemiro se pusieron el mono de trabajo y nos brindaron un duelo de escuderos a la altura de pocos, en el que ambos debieron quedar empatados, curiosamente como lo hicieron sus equipos, aunque después unos cuantos lanzamientos desde el punto desequilibraran la balanza.

jueves, 12 de mayo de 2016

Un premio inexistente

Gameiro celebra uno de sus goles en el Pizjuán esta temporada.

Kévin Gameiro no disputará la EURO 2016 de su país. Sí, en serio. Didier Deschamps no ha considerado oportuno convocarlo pese a la espectacular temporada del delantero (28 goles). Es la noticia ante la que los aficionados sevillistas y al fútbol en general muestran su evidente y comprensible desaprobación. Sin embargo, era algo que podría llegar a intuirse, dado que no había sido convocado en todo el curso. Parece que el seleccionador galo tiene su bloque de confianza y entre esos futbolistas no se encuentra Gameiro. Los delanteros que se lleva Deschamps al torneo son Giroud, Griezmann, Martial, Coman y Gignac. A priori, nombres de muchos quilates y con argumentos suficientes como para justificar su convocatoria pero, aun así, sigue siendo injusto que el punta del Sevilla se quede sin un premio que se ha ganado a base de rendimiento en la élite.

Su temporada en Nervión creo que es una carta de presentación clara y rotunda como para estar por delante de alguno de los nombres anteriormente citados. Sobre todo, y esto es una opinión muy personal, de Gignac. Es cierto que el ariete de Tigres ha metido muchos goles en la liga mexicana, pero hablamos de eso, de la liga mexicana. Gameiro ha hecho los mismos goles en un encuadre diferente y con más nivel, además de soportar un rol de mucha responsabilidad en su equipo. Sabiendo de su importancia, Kevin se ha crecido para llevar al Sevilla a dos finales, gracias a goles muy importantes que llegaron de sus botas. Además, y por si fuera poco, Gameiro es diferente a todos los puntas que se lleva Deschamps a la Eurocopa. Su perfil haría que el seleccionador galo tuviera una alternativa distinta, un 9 rápido e intenso, algo que puede suponer un plus en un torneo de este tipo.

La lista está hecha y sólo una lesión de alguno de los afortunados que están en ella haría que Gameiro pudiera tener opciones de vestir la camiseta 'bleu' este verano. Es incomprensible, al menos bajo mi punto de vista, que el delantero del Sevilla, de este Sevilla, vaya a perderse una cita de esta envergadura. Como dice una frase hecha, el que la lleva la entiende, y Deschamps sabrá lo que hace... o no. Pero lo que está claro es que los méritos de Gameiro, que son muchos, han caído en saco roto para él.

martes, 10 de mayo de 2016

Una chistera menos

Valerón despidiéndose de la afición de Las Palmas.

A esto del fútbol, desde el principio de los tiempos, se juega con una pelota. Habitualmente, para llegar a la élite hay que saber dominarla, poseerla, acariciarla e incluso bailar con ella pegada a tu bota. Pero lo cierto es que pocos son los que consiguen todo ello. Este fin de semana nos hemos quedado sin uno de los 'elegidos'. Un genio con y sin el balón en los pies que ha enamorado con su fútbol y su personalidad a todos los aficionados al fútbol de este país y... ¡qué digo! de todo el mundo. Estoy seguro que más allá de España también se le tiene cariño y estima a este tío. Un fenómeno. Un señor que volvió a su casa dieciséis años después para despedirse como lo que es y como lo que ha representado toda su carrera, un verdadero ídolo. Se retira Juan Carlos Valerón. 

Las Palmas, Mallorca, Atlético de Madrid, Deportivo de la Coruña y Las Palmas. 21 años de fútbol. Una trayectoria que alguien podría calificar como no demasiado exitosa, con pocos títulos importantes (una Copa del Rey y dos Supercopas), pero Valerón es mucho más que eso. No nos hace falta que haya dejado trofeos o premios en su vitrina para retenerlo en nuestra memoria. Sus actuaciones sobre el verde ya nos sobran para ello. 'El Flaco' significa fútbol, y verlo jugar durante tantos años ha merecido la pena para todos. Andrés Iniesta llegó a decir que pagaría una entrada para verlo jugar. ¿Y quién no? La pena ha sido que no hemos podido disfrutarlo en la mejor selección de la historia del balompié español. Los años nos han privado de verlo junto a Iniesta, Silva, Xavi y alguno más en un equipo en el que el de Arguineguín merecía haber estado. Dos Eurocopas y un Mundial es su bagaje con el combinado nacional, pero en los tiempos donde no se pasaba de cuartos de final. Una injusticia futbolística.

Pero Valerón es mucho más que todo eso. Valerón es un control exquisito, un regate elegante y un pase preciso. Valerón es aprobación, es bondad dentro y fuera del terreno de juego y es superación. Ni siquiera cuando las garras de las lesiones intentaron hacerle heridas cayó ni cambió un ápice su personalidad ni su fútbol. Porque Valerón es así. Por eso cuando un compañero de profesión le partió el peroné en el mejor momento de su carrera calificó la acción como "cosas del fútbol". Aunque recayera dos veces más adelante. Se levantó para volver a tratar al balón como se merece. Porque Valerón permaneció en el Depor cuando este bajó a Segunda división, y con su fútbol lo devolvió a Primera. Porque no le importó que el equipo de sus amores y de sus inicios estuviera en Segunda para regresar allí y retirarse en paz y tranquilidad. Pero el fútbol no podía permitir que tan extraordinario futbolista acabara su trayectoria en la división de plata, y claro, Las Palmas ascendió a Primera. Su última temporada sería en la élite, como él merecía. Despidiéndose como los grandes, saliendo aplaudido de todos los campos. A sus 40 años, el mago dice adiós, y nosotros nos quedamos con una chistera menos.

martes, 3 de mayo de 2016

Otro David que repite gesta

Los héroes de la gesta celebra un gol durante la temporada.
Lo que todo el mundo veía, pero nadie creía, acabó siendo una realidad tan patente como que estoy escribiendo este texto. El increíble Leicester City salió campeón de la Premier faltando dos jornadas para finalizar el campeonato. Y lo consiguió tras un partido en el que él no era protagonista directo. Cumplió en Old Trafford con un empate merecido y esperó el fallo del Tottenham para celebrar lo que, con total seguridad, será el hito más importante de sus vidas. De todos. De sus jugadores, de su entrenador y de todos los que han sido partícipes de este logro. Una realidad que extraña y sorprende a todos. A ellos, los primeros. Que sufrieron y sudaron sangre para salvar al equipo la temporada pasada y que, tras el escándalo de la orgía de este verano en Tailandia donde cayó el entrenador que consiguió el milagro (empezada ya la pretemporada), jamás podrían haber pensado más allá de conseguir como fuera la ansiada permanencia de nuevo, objetivo básico para la estabilidad del club en la máxima categoría del balompié inglés.

Pero el fútbol es así. A veces nadie lo entiende. Otras, sin embargo, parece muy sencillo. Ni el más optimista de los fans del Leicester pudo pensar en este final. Ni siquiera los que pusieron dinero por la conquista del título en las casas de apuestas. Ni siquiera ellos. En el fútbol no gana siempre el poderoso. La historia está llena de rebeldes que asaltan campeonatos desde el trabajo y la sorpresa. En muchas guerras, la estrategia más preciada es la sorpresa. Atacar por donde nadie se espera, o que ataque el que jamás pensarían que puede atacar. Este es el Leicester 2015/2016. La revelación. O la sorpresa. Las historias están para escribirlas, y este equipo ha escrito la suya cuando nadie daba un duro por ellos ni siendo líderes a falta de pocas jornadas. Con un estilo de juego defensivo y una velocidad trepidante en el ataque han conseguido mantenerse arriba. Durante toda la temporada el pensamiento de la gran mayoría de los aficionados a este deporte era que en algún momento el equipo de Ranieri se caería, le flaquearían las piernas o simplemente le podría la presión. Pero no. Al final, salió campeón.

Y salió campeón con un mensaje de optimismo para el fútbol, que falta hacía. En estos tiempos que corren donde el dinero lo maneja todo y donde las ilusiones se compran, se antoja casi necesaria una proeza de tal dimensión. Es cierto que el Leicester tiene dinero, y que es imposible compararlo a un club de cualquier otra liga europea, pero eso no le resta ningún tipo de mérito. Ha ganado un campeonato donde viven varios de los clubes más ricos del mundo, capaces de gastar una cantidad desorbitada de euros. Y por eso es una heroicidad. Una gesta en la que muchos nos hemos involucrado por su emocionante proceso, sin haber visto cuatro partidos del Leicester de manera continuada anteriormente. Pero que nos ha llevado a mirar cada fin de semana cuándo y a qué hora jugaban los 'foxes'. Aunque su fútbol no nos gustara. Daba igual. Porque las hazañas nos apasionan desde que somos pequeños. Y David ha vuelto a vencer a Goliat.