domingo, 31 de julio de 2016

El paciente francés

                  Gameiro pasó mucho tiempo en el banquillo sevillista durante sus primeros años.                       Foto: Oclisé

Una vez consumado el traspaso de Kévin Gameiro al Atlético de Madrid, por casi cuarenta millones de euros, es importante analizar/valorar su estancia en Sevilla. Es de vital importancia para el juego y para el desarrollo de un jugador, que éste acepte y asuma su rol dentro de una plantilla. No se trata de una tarea sencilla, sobre todo si te toca ser suplente o disponer de menos oportunidades que los demás. Pero Gameiro sabe hacerlo. Quizás porque ya venía de asumirlo en el París Saint Germain, o quizás por su propia personalidad, el caso es que el punta galo reconoció y aceptó a su llegada a Nervión que Carlos Bacca estaba por delante en la rotación y que tendría que esperar su momento.

La paciencia no es una virtud muy extendida entre los futbolistas. La historia está llena de casos donde el jugador levanta la voz, se queja de su poco protagonismo o, simplemente, fuerza su salida del club para buscar acomodo en otro lugar. Pero Gameiro no. Y, pese a que tuvo que soportar el cartel de suplente durante sus dos primeras temporadas en el Sevilla, supo aprovechar siempre sus oportunidades y aparecer en momentos claves (tanda de penaltis frente al Benfica), anotando casi cuarenta goles. Una cifra muy loca para los minutos con los que contó el de Senlis. Pero todo su trabajo en la sombra, toda su paciencia y su profesionalidad tuvo la recompensa: Carlos Bacca fue traspasado al Milan y el papel de delantero principal quedaba libre. Y allí que lo aprovechó Kévin. Se colocó el '9' a la espalda y se enfundó el traje de goleador para hacer olvidar al colombiano (tarea complicada) y seguir consiguiendo títulos.

Gameiro siempre ha sido un delantero de primer nivel, con unas condiciones fantásticas: rápido, técnico, inteligente y, sobre todo, goleador. Sin embargo, eso nunca fue un problema para esperar a que llegara la ocasión de lograr protagonismo. Le llegó el premio de la titularidad y ahora su fichaje por el Atleti. ¿Tendrá que volver a ganarse un puesto en el Calderón? ¿O contará Simeone con él desde el inicio? Sea como fuere, el paciente francés seguro que aguardará su momento.

lunes, 11 de julio de 2016

Éder, un héroe inesperado

Pese a que no pudo disputar la final entera, Ronaldo levantó el título.

Por un motivo u otro, los héroes más héroes de las batallas futbolísticas suelen ser los escuderos, los que nadie espera, los que sorprenden y consiguen la gloria desde el segundo plano, dejando a un lado lo que, por mediático, todo el mundo espera. Por eso, ayer Éder permitió a Portugal tocar el éxito con las manos y empezar a escribir una página de oro en la historia balompédica de su país. Tras muchas semifinales y la espina clavada de 2004 siendo afitrión, el combinado luso volvía a disputar una final que muchos denominaron como el último gran partido de Ronaldo con su selección. Saint-Denis estaba preparado y Cristiano tenía ante sí la oportunidad de lograr el triunfo tan ansiado cada vez que vestía los colores rojo y verde. Lo único que le faltaba. Era la final de Ronaldo. Todos esperaban que si el equipo de Fernando Santos se hacía con la victoria, fuera con el futbolista del Madrid como héroe. Pero una inoportuna lesión al poco de arrancar el partido frustró todas las previas que imaginaban al '7' como abanderado del primer título de la historia de Portugal.

Los lusos podían haber notado la ausencia de su líder, o sobreponerse a ella y basar su intento de alcanzar el título en el juego en equipo y en la solidez que ello permite. Su entrenador, Fernando Santos, entendió perfectamente el partido y Portugal optó por la segunda opción. Sin la mayor individualidad sobre el campo, y con un rival tan poderoso físicamente, cualquier otra elección hubiera supuesto un suicidio colectivo. ¿Quién sería el héroe de Portugal ahora que Cristiano Ronaldo estaba fuera? Seguramente nadie hubiera elegido a Éder como protagonista. Un delantero que había disputado 13 minutos en toda la Eurocopa, muy discutido, y que no parecía ser la solución para ganar un campeonato, surgió para cerrar algunas bocas y dejar otras abiertas con un disparo lejano al que no pudo llegar Lloris. El héroe inesperado llevaba al éxtasis a todo un país. El que, probablemente, preocupaba menos a Deschamps y a los suyos, ése, hizo saltar por los aires medio estadio de Saint-Denis. Un golazo que vale un título.

Portugal levantó la copa, Cristiano ya tiene el título con su selección, pero el verdadero héroe de esta historia es Éderzito António Macedo Lopes "Éder", aunque nadie lo esperara y aunque no hubiera jugado apenas. Y aunque en la foto que ilustra este texto, no haya rastro de él. El fútbol es así de caprichoso.