viernes, 6 de abril de 2018

Un Rey Mago en el Emirates


La temporada del Arsenal no está siendo precisamente para recordar. Con Arsène Wenger discutido y en la cuerda floja tras más de dos décadas y el objetivo de la Champions inalcanzable, los gunners se lo juegan todo a una carta: la Europa League. Levantar un título continental salvaría otro curso en tierra de nadie y con más sombras que luces. Eso lo sabe el técnico francés y, tras andar en el alambre jugándose una eliminación tempranera alineando a niños y suplentes, ha decidido ir a por él. Salió con todo ante el CSKA y sus jugadores le premiaron con un triunfo que deja la eliminatoria muy encarrilada. Y ese triunfo se consiguió, en gran parte, gracias a la inestimable solidaridad de Mesut Özil.

El Mago de Gelsenkirchen deleitó al Emirates y a todos los que veíamos el partido por televisión con una actuación de esas que no se olvidan. Sus compañeros parecían niños ilusionados esperando con nervios los regalos del Rey Mesut la noche del día 5 de enero. Porque Özil estaba en ese plan. Se encontraba cómodo, con espacios, ágil y con la zurda a pleno rendimiento. Todo lo que le puede convertir en uno de los mejores jugadores del mundo. La lástima es que todas esas cosas no se unan más a menudo. Pero, qué demonios, vale la pena pararse y disfrutarlo cuando pasa.

Desde el principio se vio a un Özil rápido de mente, fresco y con ganas. En el minuto 6 ya le había dado la primera asistencia a Ramsey, aunque el gol fue anulado. Pero eso sólo sería el aperitivo. Mesut no tiene melena, pero se la soltó igual. Empezó a entrar en contacto con la pelota, a darla al primer toque, a moverse con ese andar cansino y a ser protagonista. Porque Özil es pausa y aceleración. Es control y descontrol. Pero sobre todo es magia. La misma que puso ayer para provocar un penalti y regalar dos asistencias de gol. La primera, especialmente estética y bonita. Pero regaló mucho más. Envolvió cada balón para que llegara a su destino y el receptor sólo tuviera que desenvolverlo. Una exhibición al alcance de muy pocos.

Da gusto ver al que, para mí, es el mejor jugador alemán del momento. Por lo menos, el que más calidad tiene. Aunque sólo juegue cuando quiere o cuando le dejan. Los genios son así. Creánlo, anoche un Rey Mago andaba suelto por el Emirates.

martes, 27 de marzo de 2018

Alemania-Brasil: sello y victoria de prestigio


El Olympiastadion de Berlín vivió un partido de mucho nivel entre dos de los máximos candidatos a conquistar el Mundial de Rusia el próximo verano. Un Alemania-Brasil que poco tuvo de amistoso en lo que a competido se refiere. Pese a las importantes ausencias (Neymar, Müller y Özil) ambas selecciones nos ofrecieron un espectáculo acorde a la calidad que se les presupone al actual campeón y al pentacampeón del mundo. Alemania perdió con su estilo, ese que lleva practicando hace algunos años y que ya no sorprende. En cambio, Brasil ganó con otro algo más reciente, más novedoso, aunque muy parecido. Un estilo que ha adoptado rápido y que le sienta de maravilla.

Con la llegada de Tite al banquillo de la canarinha algo cambió. Brasil se vuelve a divertir con la pelota. Ha dejado a un lado el fútbol directo, los esquemas defensivos y las dudas para regresar a su origen. Brasil venció en Berlín con una identidad, con personalidad, con una idea clara y sabiendo adaptarse a lo que pedía el partido. Hizo una gran primera parte, presionando muy arriba para asfixiar la salida de balón del rival y robar en zonas en las que podía hacer daño en pocos toques. Pero cuando tenía la posesión no la regalaba. Es más, la protegía y utilizaba para buscar la portería contraria. Ni Miranda ni Thiago Silva miraban a Gabriel Jesus -que no es precisamente un referente de espaldas-, sino que siempre se apoyaban en los laterales o en los centrocampistas que bajaban a pedir el balón.

A partir de ahí empezaba a crearse el juego. Paulinho, Fernandinho y Casemiro alternaban fases de presión con otras de posesión muy interesantes. Siempre dejando detalles de calidad. Un juego de pases que cogía una tremenda velocidad cuando el balón pasaba por Coutinho o Willian. El primero estuvo mejor que el segundo, pero cuando ambos se juntaban temblaba la defensa alemana. Buscaban una y otra vez a un Gabriel Jesus que no paraba de hacer desmarques a la espalda de la pareja de centrales formada por Boateng-Rüdiger, aunque la mayoría de ellos terminaban en nada. Precisamente fue el delantero del Manchester City el que anotó el único gol del partido con un remate de cabeza que no acertó a despejar Trapp y que acabó siendo el tanto de la victoria.

En la segunda parte, con Alemania volcada sobre la portería de Alisson, Brasil pasó a un plan diferente: el de un equipo ordenado, sin fisuras y con chispazos para salir a la contra. Eso sí, siempre sin regalar el balón. Le costó más tenerlo por la obligada reacción del rival ante su público, pero nunca lo rifó. Tan bien vio Tite a su equipo, que sólo hizo un cambio (Douglas Costa por Coutinho). El técnico de Río Grande está dejando su sello y se nota. Hace unos días también lo repitió ante Rusia en un escenario difícil por el estado del césped. Esta Brasil tiene capacidad para todo y ya lo está demostrando. Son sólo amistosos, pero la de Berlín fue una victoria de prestigio.